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| Registro del proceso |
Para el arraigo de la luz
Olivia Busse se interroga a cielo abierto y en esa suspensión, consciente de las fracturas de la vida contemporánea, nos invita a preguntarnos, con la sonrisa del desencanto, por los elementos vitales que animan la vida en común. ¿Descartados quizás en la carrera por el reconocimiento y la realización personal?
Target, deseo, identidad estallada, autoerotismo y confort.
Deseo ¿Qué deseo? ¿Qué alimentamos? ¿Nichos operacionales que derivan en cápsulas de indiferencia?
Adrian Quinteros
Nací en la gran Ciudad de Buenos Aires en 1984, un día fresco de otoño.
De la mezcla de una madre abogada y un padre artista plástico, pintor, fui criada entre el ejercicio de la disciplina, y la libertad y la ternura del juego creativo.
La adolescencia la atravesé en una exigente escuela doble turno que poco tiempo dejaba para desarrollar una vida y una imaginería personal, sino que enseñaba los códigos para una vida en la competencia y el liderazgo.
Mi primera adultez la viví a partir del año 2001 en Argentina. Tiempos de crisis estructural en el país entero. Los jóvenes vagábamos por las calles con la incertidumbre de un país desestabilizado, que nos implicaba directamente como generación… un gran desencanto con la realidad.
En este contexto, habiendo convivido desde siempre con un taller de pintura adentro de casa, un día decidí probar de qué se trataba el trabajo con la materia y el color, que nunca había pasado de otra actividad estímulo en la infancia.
Hoy en día ejerzo la actividad de la artista plástica, produciendo obra a nivel personal y en conjunto con artistas de otras disciplinas. Además practico la docencia de manera particular, abriendo el taller que fuera de mi padre años atrás, a la convivencia con otros artistas, como centro de experimentación y síntesis artística llamado El Blanco.